Éste fue otro de los días más intensos de todas las vacaciones. Tan pronto como amanecimos en Rávena (Ravenna), nos dirigimos a su oficina de turismo situada en la via Alfredo Baccarini, donde nos informaron (lejos de la antipatía toscana, muy amablemente) acerca de los monumentos paleocristianos de la villa (siglos V y VI), y, en particular, de los ocho declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: el Mausoleo de Gala Placidia, la Basílica de San Vital, el Baptisterio Neoniano o de los Ortodoxos, la capilla de San Andrés en el Museo Arzobispal, la Basílica de San Apolinar Nuevo, el Baptisterio Arriano, la Basílica de San Apolinar en Clase y el Mausoleo de Teodorico. Decidimos prescindir de éste último, considerado menos bello que los anteriores; compramos una entrada conjunta para los cinco primeros (precio normal: 9,50 €; precio reducido: 8,50 €) y comenzamos nuestra visita por los más alejados: la Basílica de San Vital y el Mausoleo de Gala Placidia.
Por inesperado, quizá fueran estos dos primeros los que más nos impresionaron. La
Basílica de San Vital (
San Vitale) es un templo de planta octogonal construido en ladrillo. La pobreza de materiales exterior contrasta con la opulencia interna de su ábside, profusamente decorado por mosaicos bizantinos, de una perfección tal que parecen pintados. Junto a él se levanta el pequeño
Mausoleo de Gala Placidia, en el que, dada sus estrechas dimensiones, el tiempo de permanencia está limitado a apenas unos minutos. Externamente más hosco que el anterior, embriaga su interior, con su cúpula de azul intenso, salpicada de estrellas doradas, custodiadas por un
tetramorfos.
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Ábside de la Basílica de San Vital. Rávena |
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Detalle del mosaico "El emperador Justiniano y su séquito". Ábside de la Basílica de San Vital. Rávena |
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Exterior de la Basílica de San Vital. Rávena |
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Interior del Mausoleo Gala Placidia. Rávena
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De camino al Baptisterio de los Arrianos (Battistero degli
Ariani), nos topamos con la Domus dei Tappeti di Pietra (entrada normal: 4 €,
entrada reducida: 3 €), en la via Barbiani, un reciente sitio arqueológico
excavado bajo la iglesia de Santa Eufemia, que se correspondería,
probablemente, con las paredes y el pavimento de una antigua casa patricia y
que alberga bonitos mosaicos. A continuación, entramos en el reducido
Baptisterio de los Arrianos (entrada gratuita). De aspecto humilde, edificado
en ladrillo, cobija, bajo su cúpula, un hermoso mosaico que escenifica el
bautismo de Cristo bajo las aguas del río Jordán, y que es famoso por ser una
de las escasas iconografías de la antigüedad que deja entrever la anatomía
divina (junto, por cierto, al Baptisterio Neoniano o de los Ortodoxos).
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Cúpula del Baptisterio de los Arrianos, Rávena |
En el entorno de la
Piazza del Duomo y de la
Piazza Arcivescovado, se sitúan otros dos importantes enclaves: el
Museo Arzobispal (
Museo Arcivescovile) y el
Baptisterio Neoniano o de los Ortodoxos (
Battistero Neoniano o degli ortodossi), a los que se accede con la
entrada general. Del primero, destacan los mosaicos de la
capilla de San Andrés (
cappella di Sant' Andrea), una estrecha estructura abovedada, sobre cuya puerta de entrada se representa a Cristo como un guerrero, lo que la dota de una exclusiva singularidad. El segundo, considerado el más antiguo de los monumentos paleocristianos ravenianos, es el
baptisterio de la catedral, cuyo
Duomo fue realzado en el XVIII. Dominado por una inmensa pila bautismal marmolada, brillan en él los mosaicos de su estructura que albergan una manifestación similar a la del de los Arrianos, si bien con una decoración más colorista. Junto a él, se conserva el antiguo
Campanille altomedieval.
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Cúpula del Baptisterio Neoniano, Rávena |
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Campanille de la catedral de Rávena |
Rematamos la mañana con las primitivas basílicas cristinas de
San Apolinar el Nuevo (
Sant' Apollinare Nuovo), en el casco histórico, y
San Apolinar de Classe (
Sant' Apollinare in Classe), a 5 kms., único de los edificios que se conservan del antiguo puerto romano de Classis. De la primera (
entrada general), de planta basilical de tres naves, no se conserva la decoración originaria del ábside, pero sí, los mosaicos de los muros que separan la nave central de las dos laterales: inmensos. En la segunda (
entrada: 2,50 €; no entradas reducidas), también de planta basilical, sobresale, por contra, su cabecera, que alberga una composición bucólica, de tinte
naïf, deliciosa.
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Interior de la Basílica de San Apolinar el Nuevo. Muro izquierdo. Detalle: Adoración de los Magos |
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Exterior de la Basílica de San Apolinar el Nuevo |
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Exterior de la Basílica de San Apolinar de Classe |
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Ábside de la Basílica de San Apolinar de Classe |
Junto a la
Basílica de San Apolinar de Classe hay, además de un aparcamiento gratuito, un
área de autocaravanas (desconozco si gratis o de pago).
Tras almorzar en el párking, pusimos rumbo a
Bolonia (
Bologna), también en la Emilia-Romaña (
Emilia-Romagna), incorporada a última hora en nuestra ruta a instancia de unos autocaravanistas vascos con los que coincidimos
en Florencia (
peaje Rávena-Bolonia: 5,30 € -algo menos, realmente: nos equivocamos de salida y tomamos una más alejada). Aparcamos en el
viale Carlo Berti Pichat, junto al centro urbano, en una zona azul carísima (4 € por dos horas, ¡a 2 € la hora!).
La ciudad, plagada de estudiantes celebrando sus graduaciones universitarias, respira un aire muy joven y tiene muchísimo ambiente, pero, como enclave turístico, no nos maravilló. Recorrimos la soportalada
via Zamboni (Bolonia acoge varias calles porticadas), donde no pude resistirme a adentrarme en la Facultad de Derecho más antigua del mundo; contemplamos las altísimas Dos Torres (
Due Torri), símbolo de la ciudad (una de ellas, la torre Garisenda, vertiginosamente inclinada, por cierto), y, junto a ellas, su logia gótica; y, caminamos hasta la
Piazza Neptuno y la
Piazza Maggiore, el auténtico corazón de la ciudad, más bellas por sus palacios que por la iglesia gótica que en ésta última se emplaza, la inacabada basílica de San Petronio. De vuelta, nos perdimos por la maraña de calles medievales que se ubican al sur de la
via Rizzoli, de las que lo que más nos llamó la atención fue la tonalidad roja de sus casas (curiosamente a Bolonia la llaman
la Roja -
la Rossa, en italiano-, ¿será por eso?).
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Las Dos Torres (Le Due Torri). Bolonia |
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Logia medieval. Bolonia |
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Via Zamboni. Bolonia |
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Fuente de Neptuno. Piazza de Neptuno. Bolonia |
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Palazzo Comunale. Piazza de Neptuno. Bolonia |
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Palazzo del Podestà. Piazza Maggiore. Bolonia |
A última hora de la tarde, y tras el embotellamiento que sufrimos a la salida de Bolonia, llegábamos, por fin, a
Ferrara (
peaje Bolonia-Ferrara: 2,60 €), el último destino de la Emilia-Romaña, y, desde luego, junto a Lucca, el mejor descubrimiento de todo el viaje. Estacionamos en un
aparcamiento gratuito colindante al área de autocaravana de la
via Rampari di San Paolo (referencias del área:
http://www.campercontact.com/es/campersite/detail/id/6240), muy cercano al casco histórico. Esa noche ya aprovechamos para recorrer superficialmente su más que encantador centro monumental, e, incluso, nos dimos un
homenaje cenando en un restaurante unas pizzas al horno de leña exquisitas. Pero sería al día siguiente cuando verdaderamente saborearíamos Ferrara...
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