La noche anterior, habíamos tenido ya la oportunidad de deambular por su centro histórico, característico por sus colores rosados, fruto del empleo de ladrillo, fundamentalmente, y de mármol veronés; aunque, fue el día de la fecha el que la disfrutamos con mayor entusiasmo. Nos dirigimos, para ello, en primer lugar, a su oficina de turismo, sita en el interior del Castillo Estense (que dispone de una fantástica página web:
http://www.ferraraterraeacqua.it/es/). Allí nos facilitaron una clave para conectarnos de forma gratuita a la
wi-fi municipal, operativa en el interior del casco histórico ferrarano, y nos informaron, no sólo de los monumentos de la villa, que, por supuesto, visitamos, sino también de enclaves cercanos. En relación a éstos, destacan la abadía prerrománica de Pomposa (
Abbazia di Pomposa), en Codigoro, y el pueblo de Comacchio, tildado, con cierta envidia, por los habitantes de la zona como la
pequeña Venecia. Lamentándolo mucho, decidimos prescindir de su visita, puesto que lo contrario significaba encaminarnos hacia Venecia por carreteras menores, paralelas a la costa, que atravesaban un Parque Natural, con las dificultades que entraña la red secundaria italiana. En cualquier caso... ¡intentaré convencer a mi marido para volver y no dejarlo escapar!
En la ciudad, admiramos su extraordinario
Duomo románico, cuya fachada, de excelente factura, se encuentra, tristemente, apuntalada, debido, entre otras, a las recientes sacudidas del terremoto de Módena de 29 de Mayo de 2012. Pero lo que dota de singularidad a este lugar tan bello es la genuina
galería porticada de los Merceros o los Mercaderes, que se atreve a asentarse, curiosamente, sobre el flanco derecho de la seo catedralicia (¡costumbrismo pagano entrelazado con tradicionalismo religioso!) vigilada, desde las alturas, por su marmolado
Campanille. Compitiendo con el templo, y frente a él, se levanta el
Palazzo Municipale, a caballo entre el Gótico y el Renacimiento. Merece la pena, atravesar su arco renacentista que comunica con una plazoleta, adornada, en su esquina izquierda, con floridos cafés, y, a su derecha, con una bella escalinata amarilla (¡de los pocos sitios que no son rosados en Ferrara!). Volviéndote sobre tus pasos, se puede contemplar una bonita estampa de la catedral enmarcada por el arco del palacio.
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Duomo de Ferrara |
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Detalle de la jamba izquierda de la puerta central del Duomo. Ferrara |
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Detalle de la jamba derecha de la puerta central del Duomo. Ferrara |
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Palazzo Municipale. Piazza del Duomo. Ferrrara |
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Piazza del Duomo. Reloj. Ferrara |
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Escalinata renacentista del Palazzo Municipale. Ferrara |
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Pórtico de Merceros o Mercaderes y Campanille. Ferrara |
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Vistas del Campanille y el Pórtico de Mercaderes desde la perspectiva contraria. Ferrara |
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Duomo de Ferrara |
Además de la catedral y el Ayuntamiento, rodeamos y nos asomamos al
Castello Estense (también apuntalado en sus partes superiores), que se conserva íntegro, manteniendo, incluso, en uso el foso y los puentes levadizos; y, merodeamos por
el gueto (il ghetto) judío, de más valor histórico que cultural. Todos ellos, resultaron lugares deliciosos (y, por cierto,
gratuitos): Ferrara nos cautivó.
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Castello Estense. Ferrara |
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Patio interior del Castello Estense. Ferrara |
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Castello Estense. Ferrara |
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El encanto de las calles de Ferrara |
A primera hora de la tarde partíamos hacia la popular
Venecia (
peaje Ferrara-Venecia: 7,80 €).
Aconsejados por unos autocaravanistas con los que coincidimos en el área de AC de Lucca, optamos por el
cámping Fusina, de dos estrellas (Precios: 10,50 € por persona y día más 14 € por cámping-car, aunque a nosotros, por tener una furgo pequeñita nos cobraron por el cámping-car, 10,50 €/día -total: 31,50 €/día-. Tasa municipal de 0,18 € por persona y por día. Lavadora: 4 €, wi-fi 24 horas: 4 €. Agua caliente y electricidad gratuitas). Con una localización inmejorable, se asienta a orillas de La Laguna, frente a la villa veneciana, en el vecino pueblo de Fusina, permitiendo disfrutar de unas hermosas vistas de
la ciudad de los canales. Pese a estar fuera del casco veneciano, conecta con éste en menos de media hora a través de un
ferry, con parada en
Zattere, que se toma a pocos metros del cámping, saliendo de Fusina cada hora en punto (hasta las 22 horas) y de
Zattere a las y media (hasta las 22.30 horas). El cámping, muy extenso, abarca un pinar sombrío, que, pese a su apariencia paradisíaca, da cobijo a unos pájaros que no pararon de piar con un sonido muy característico que llegaba a sacar de quicio (¡todos los campistas acabamos imitándolos!). Provisto de varios barracones de lavabos totalmente renovados y equipado con supermercado, cafetería y restaurante, carece, sin embargo, de una piscina, que echamos en falta por el calor tan húmedo que hubimos de soportar.
Colinda con el cámping un área de autocaravana (referencias:
http://www.parkingmotorhome.com/area-camping/italia/veneto/venecia/fusina--venecia/terminal-fusina-venezia-parking/). Recuerdo, sin embargo, que nos pareció carísima (quizá rondaba los 20 €/día), por lo que descartamos esta opción, ya que, además, necesitamos ducha diaria las tres noches que nos quedamos allí.
Dedicamos la tarde a descansar y reponer fuerzas. El viaje empezaba a ser agotador y el clima no nos daba tregua...
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